Ella es Amanda, y bueno… ¡es una de mis fotógrafas favoritas! La conozco desde que nació, ya que le hice fotos a su mamá embarazada, y mucho antes, en su boda. Así que la he visto desde bebé, y esta es una de las cosas que me encanta de hacer fotos a familias, ver como llegan pequeñas personitas a sus vidas y poder ser tesigo de ello y para ellos a través de mi fotografía.
Son muy fan de Amanda, es súper observadora, y una niña llena de curiosidad. Y sí ¡le encanta hacer fotos! Y eso pues bueno… tenía que verse en la sesión de fotos.
Fotografiar en casa siempre tiene algo único. Es un espacio donde los niños se sienten cómodos, donde pueden ser ellos mismos sin forzar nada. Y así fue: todo fluyó de manera natural, simplemente dejo que las cosas pasen, y pongo toda mi atención en lo que ocurre en cada instante. Ella jugaba, exploraba y, a ratos, tomaba su pequeña cámara para «fotografiar» lo que tuviera delante, o aquello que le llamaba la atención. Su mundo interior, lleno de detalles y magia, se reflejaba en cada gesto, en cada mirada.
Mi objetivo siempre es captar la esencia de cada niño. Ella y su expresión, su espontaneidad y esa curiosidad infinita… ¡esta sesión fue muy fácil!
Estas fotografías, más allá de imágenes son recuerdos que, con el tiempo, tendrán aún más valor. Pienso en cómo ella o su familia las mirará dentro de unos años, recordando estos momentos de sus vida, su esencia tal como era en ese momento, sin filtros ni artificios raros. 😉